Lluvia en la pasión

Los ojos llorosos de los nazarenos mirando al cielo simbolizan, a la perfección, a los perdedores de esta semana en que ha vuelto a ganar la lluvia. 

El dios de la lluvia no ha dado tregua a los penitentes y, otra Semana Santa más, centenares de procesiones en toda España se han quedado enclaustradas sin poder salir a las calles al encuentro de fieles, turistas y curiosos. Desde hace 38 años (1974) sólo en 14 Semanas Santas en Sevilla, por 10 en Valladolid, no ha arreciado. «En Sevilla son ya cuatro años seguidos de lluvias», nos comenta una integrante de la hermandad de la Sed, más de 1.650 mujeres cofrades que el pasado miércoles vieron un rayo de luz y pudieron lucir con esplendor «a la única Virgen con los ojos azules que existe en el mundo». 

Y es que resulta paradójico que «después de padecer el invierno más seco de los últimos 70 años, llegue Semana Santa y la península Ibérica se pueble de nubes, borrascas y precipitaciones. El inicio de la primavera está marcado por los cambios bruscos. En cuestión de horas, se pasa de cielos despejados a nubosos con chubascos tormentosos», explica Ana Belén Roy, la mujer del tiempo de TVE. Existen antecedentes porque en la sequía terrible de 1999, con restricciones de agua en toda Andalucía, también llovió en la Semana Santa sevillana. 

Los datos recopilados durante los últimos 60 años (1951 a 2011) por la Agencia Estatal de Meteorología para Crónica, centrados en Valladolid y Sevilla, las dos capitales con mayor número de pasos procesionales, confirman la sospecha: entre finales de marzo y el mes de abril [el calendario de la Pasión se rige por el domingo de Resurrección, que es el siguiente a la luna llena de Nissan -el mes de los judíos- entre el 22 de marzo y el 25 de abril] caen chuzos de punta en Pucela y en Hispalis [una media de 74,6 mm de precipitación mensual en Villanueva (Valladolid), y 49,6 mm de precipitación en el observatorio de San Pablo - en Sevilla]. 

«El hechizo de luna no interviene en estas cosas», aclara José Antonio Maldonado, patriarca de la información meteorológica. «No existe ninguna razón física ni científica para explicar las variables del clima en primavera. He vivido Semanas Santas sin lluvia un solo día y, como sucede este año y esto sí es excepcional, que esté lloviendo en toda España. Una situación de inestabilidad generalizada es muy poco frecuente». 

Si la explicación científica no existe, la predicción meteorológica es aún más complicada. Lo reconoce Fermín Elizaga, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología: «Al principio de la primavera la dinámica atmosférica está en transición, los pronósticos se realizan con más dificultades y la predicción suele ser menor». La voz popular ratifica esta creencia: «En abril aguas mil, y todas caben en un barril», sentencia el adagio completo que resume el capricho atmosférico de que pueda llover o no por estas fechas. Y que, como la propia estación primaveral en la que se encuadra, altera corazones, alergias, planes turísticos, penitencias y vacaciones. 

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